Poem
El romance de Abenámar, un cuento del siglo XV
Jun 3, 2022
Un romance fronterizo del siglo XV. El Rey Juan II (padre de Isabel la Católica) le habla al moro, Abenámar
—¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía
que mentira no dijese, que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita,
los otros los Alixares, labrados a maravilla.
El moro que los labraba cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
El otro es Generalife, huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría;
daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.
—Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.
Contexto histórico
Este romance juglaresco se considera un romance “fronterizo” por su alusión de las relaciones guerreras entre cristianos y moros. En su día, lo habrían contado los juglares errantes. Iban de castillo en castillo para transmitir las noticias a través de de estos romances.
Resumen del contenido
El “Romance de Abenámar” relata una conversación entre el Rey Juan II de Castilla (1405-1454) y el moro Abenámar. El rey interpela al moro sobre los castillos relucientes de Granada, una de los últimos bastiones moriscos en la península. Abenámar, siendo hijo de un moro y una esclava española, y nacido en circunstancias afortunadas, debería ser el narrador oportuno al ser testigo directo, sin obviar sus orígenes, para contar la historia al rey. Después de narrar de manera magistral la belleza los castillos de la Alhambra y de los Alixares, el Torres Bermejas, y el jardín de Generalife, el rey se queda enamorado y propone otorgar Córdoba y Sevilla (ya reconquistadas por Fernando III de Castilla en el siglo XIII) en cambio por Granada. En una personificación de la ciudad, ella contesta en negativa a su propuesta; afirmando que ya está bien querida por su actual “marido” morisco.
En 1410 los regentes del joven rey Juan II reanudaron la guerra contra el reino nazarí con su capital en Granada. Esta lucha no sería ganada hasta casi un siglo después (en 1492) por su propia hija, Isabel la Católica. Se infiere, entonces, que este romance didáctico es una manera lírica a explicar a las multitudes españolas que la guerra continuaba, y que Granada no había caído.
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¡Muchísimas gracias a mi fantástica profesora de Español, Erika Escobar López, por sus mejoras a este texto!
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